Estaban, están, estarán
Parte I
Se inundó el espacio de vacíos sin humo, y se quedaron heladas las almas desnudas.
Se veía venir lo siguiente.
Habían estado tanto tiempo alejados que ahora no sabían ni sus nombres.
Uno enfocó sus grandes ojos grises hacia la barrera transparente que hasta entonces los separaba y éstos se clavaron justo en el centro de las dianas negras del otro. Se asfixiaban pero no podían darse aire, porque eso los haría asfixiarse aún más. La soga les apretaba con fuerza el cuello, pero había llegado a ser una angustia bastante soportable.
Hubo caídas de ojos, ombligos cercanos, indecisión, susurros vacíos, y corazones abiertos de par en par; silencios, palabras, guiños y sensaciones de mareo; impulsos, vaivenes, abrazos, sonrisas y sombras.
Se dieron la mano y sin querer intentaron no olvidarse. Vivían para ver y verse. Vivían para ellos queriendo no saber que existían los demás.
Se encontraron en el momento justo, en el lugar exacto.
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Parte II
Y después de todo eso, se hizo de día, y cuando se fue la luna, se fue todo. Era obvio que tenían que abrazarse muy fuerte ahora que podían, tan fuerte como si no quisieran dejarse escapar porque al despertarse nada de eso habría sucedido y nunca más sucedería. Los dos sabían en el fondo que después de darse la vuelta no volverían a estar nunca tan cerca como esa noche, porque era difícil sentirse tan cerca de nadie. Por eso cuando los ojos grises dejaron de ver a los negros se sintieron tan solos y tristes que si hubiesen sabido llorar hubiesen llorado, pero como no sabían se conformaron con ir mirando el camino a casa aunque no hacía falta porque lo conocían de memoria
A lo mejor fueron demasiadas cosas en demasiado poco tiempo, o a lo mejor fue demasiado tiempo y demasiadas pocas cosas.
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Parte III
Cuando los ojos grises se abrieron, les costó situarse en ese cotidiano lugar que parecían no reconocer y al que les costó volver. Al cabo de un par de segundos ahí estaba todo, donde siempre. La ventana por la que tantos paisajes diferentes habían contemplado, el montón de ropa encima de la mesa, la tonelada de mantas que necesitaban para conciliar el sueño. Sonó un suspiro de alivio, o quizás de otra cosa, desesperanza
Desde la ventana podía verse el cielo despejado, ni una sola nube, seguro que fuera hacia frío, podía notar la luz en la cara y el aire helado casi a través del cristal. De todas maneras, mientras sonaba esa canción de fondo, la que hablaba de él (como todas en ese momento) y siempre le recordaría esa noche, se alegró de que sólo hubiese sido un sueño, no habría funcionado, no habría sido así, no habría sido.
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Todo estaba como siempre, como siempre
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Recordó el corazón que había terminado en el suelo hacía unas horas y que los dos parecían haber olvidado, probablemente se rompió en mil pedazos al caer desde tanta altura.
Seguro que notó los titubeos entre tantas y tantas frases bonitas, notó la verdad escondida detrás de aquellas palabras aparentemente llenas de decisión que quizás sólo fueron eso, palabras, aunque entonces parecían otra cosa, parecían un mundo
Así que aprovechó que terminaba el año para encerrar bajo llave aquel sueño y aquellos ojos negros que pudo tener tan cerca sólo por una vez pero que decidió que nopodía quería volver a mirar nunca más.
Se inundó el espacio de vacíos sin humo, y se quedaron heladas las almas desnudas.
Se veía venir lo siguiente.
Habían estado tanto tiempo alejados que ahora no sabían ni sus nombres.
Uno enfocó sus grandes ojos grises hacia la barrera transparente que hasta entonces los separaba y éstos se clavaron justo en el centro de las dianas negras del otro. Se asfixiaban pero no podían darse aire, porque eso los haría asfixiarse aún más. La soga les apretaba con fuerza el cuello, pero había llegado a ser una angustia bastante soportable.
Hubo caídas de ojos, ombligos cercanos, indecisión, susurros vacíos, y corazones abiertos de par en par; silencios, palabras, guiños y sensaciones de mareo; impulsos, vaivenes, abrazos, sonrisas y sombras.
Se dieron la mano y sin querer intentaron no olvidarse. Vivían para ver y verse. Vivían para ellos queriendo no saber que existían los demás.
Se encontraron en el momento justo, en el lugar exacto.
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Parte II
Y después de todo eso, se hizo de día, y cuando se fue la luna, se fue todo. Era obvio que tenían que abrazarse muy fuerte ahora que podían, tan fuerte como si no quisieran dejarse escapar porque al despertarse nada de eso habría sucedido y nunca más sucedería. Los dos sabían en el fondo que después de darse la vuelta no volverían a estar nunca tan cerca como esa noche, porque era difícil sentirse tan cerca de nadie. Por eso cuando los ojos grises dejaron de ver a los negros se sintieron tan solos y tristes que si hubiesen sabido llorar hubiesen llorado, pero como no sabían se conformaron con ir mirando el camino a casa aunque no hacía falta porque lo conocían de memoria
A lo mejor fueron demasiadas cosas en demasiado poco tiempo, o a lo mejor fue demasiado tiempo y demasiadas pocas cosas.
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Parte III
Cuando los ojos grises se abrieron, les costó situarse en ese cotidiano lugar que parecían no reconocer y al que les costó volver. Al cabo de un par de segundos ahí estaba todo, donde siempre. La ventana por la que tantos paisajes diferentes habían contemplado, el montón de ropa encima de la mesa, la tonelada de mantas que necesitaban para conciliar el sueño. Sonó un suspiro de alivio, o quizás de otra cosa, desesperanza
Desde la ventana podía verse el cielo despejado, ni una sola nube, seguro que fuera hacia frío, podía notar la luz en la cara y el aire helado casi a través del cristal. De todas maneras, mientras sonaba esa canción de fondo, la que hablaba de él (como todas en ese momento) y siempre le recordaría esa noche, se alegró de que sólo hubiese sido un sueño, no habría funcionado, no habría sido así, no habría sido.
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Todo estaba como siempre, como siempre
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Recordó el corazón que había terminado en el suelo hacía unas horas y que los dos parecían haber olvidado, probablemente se rompió en mil pedazos al caer desde tanta altura.
Seguro que notó los titubeos entre tantas y tantas frases bonitas, notó la verdad escondida detrás de aquellas palabras aparentemente llenas de decisión que quizás sólo fueron eso, palabras, aunque entonces parecían otra cosa, parecían un mundo
Así que aprovechó que terminaba el año para encerrar bajo llave aquel sueño y aquellos ojos negros que pudo tener tan cerca sólo por una vez pero que decidió que no
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Sr. S. -